Un grupo bullicioso de mujeres de la recova discurría por allí repartiéndoles, además, cuchillos, dagas y machetes que ellos se apresuraban a arrebatarles de las manos.
Le siguieron edificios antiguos, recovas y corredores, todos demolidos o intervenidos de mil maneras equivocadas, perdiéndose con ellos los sonoros nombres de nuestros lugares originales.