Los recién llegados inauguran un establecimiento fantástico: un almacén de imposibles, donde la gente del pueblo encuentra los sentimientos o virtudes que necesitan.
Olvidada nuestra índole personal, el mundo degenera en mero almacén de objetos disponibles, material manipulable y explotable, como acertadamente denuncia el ecologismo.
También los postores lograrán diferencias significativas gracias a pieles encontradas, una caja de seguridad cerrada y hasta dos veleros en un almacén abandonado.