Recortándose contra ella, los hombres que esperaban lo vieron abalanzarse hacia afuera, en un instante frenético, guadaña en mano, mientras los caballos retrocedían y corcoveaban aterrados.
Esta pseudodevoción gana cada día más fama: un esqueleto ataviado con vestido, guadaña, balanza, brazos y falanges de metal o con figuras de oro y plata.