Vinieron las virgüelas castellanas; vino el sarampión y la tos ferina; vino la culebrilla, y el dolor de costao, y el descenso, y el tabardillo, y nadie se moría.
Mientras la canícula avanzaba en julio y agosto, los gallegos eran acosados por el tabardillo y los criollos mitigaban su sed con sambumbia, de melado de caña y agua.