Eso puede hacer cualquier número de gentes, sin injuria a la franquía del resto, que permanecen, como estuvieran antes, en la libertad del estado de naturaleza.
Después de tal injuria para la ciudadanía, qué importa la condición de las puertas, ventanas, muebles, escalones, pasamanos, columnas, techos, muros, instalaciones, suelos... todo parece una deshuesadora de enseres.
Ya sólo el hecho de haber admitido los sobresueldos (encima con la coletilla como en todas partes, con recochineo) la injuria política empieza a superarlo tolerable.