Términos sabrosos como zascandil, bodrio, sofión, fulastre, cuchufleta, capacho, rozagante, periquete, martingala, cate o cochambre, por poner los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza, a vuela pluma.
Los personajes de esta novela hablan con lenguajes arcaicos, frecuentemente cursis y rebuscados, como era propio de la posguerra escénica: chitón, periquete, atiza, diantre, etcétera.