Los taoístas mostraban un cierto talante cercano a un anarquismo individualista, ya que no reconocían a ningún estado y consideraban negativo cualquier autoridad social.
Pero, aparentemente, para ellos se trataba de un atributo vergonzante; perversamente se atribuían los estímulos más patéticos, obstinadamente se concentraban en un talante metódicamente irracional.